Pronósticos reservados para la cosecha del ciclo 2024/25

El clima acecha y en el campo la balanza se puede inclinar para un lado, o para otro. Si llega algo de agua los números de la nueva campaña son promisorios, en cambio si se mantiene la seca el escenario no será tan favorable para la cosecha.

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) presentó sus primeras estimaciones para la campaña agrícola 2024/25 y proyectó una producción de 143,2 millones de toneladas de granos, cifra que representa un incremento del 9,3% respecto al ciclo anterior. Este crecimiento está impulsado, en gran medida, por la intención de siembra de soja, que cubriría 17,7 millones de hectáreas, un 8% más que el año pasado. El maíz, que enfrentó desafíos climáticos y fitosanitarios por la plaga de la chicharrita, reduciría su área sembrada en un 21%.

La entidad aclaró que estas estimaciones se basan en condiciones climáticas normales. La BCR también realizó una proyección alternativa considerando el déficit hídrico actual en diversas regiones del país y ajustó los rindes a los promedios de los últimos cinco años. Si el clima no ayuda la producción nacional total caería a 128,8 millones de toneladas, un 2% por debajo de la campaña previa.

El consultor Alfredo Elorriaga advierte que el reciente fracaso de las lluvias en Argentina ha retrasado la posibilidad de un cambio en la dinámica atmosférica hacia un escenario más húmedo para octubre. Respecto a la sequía que afecta especialmente al oeste y norte del país, Elorriaga explicó que, aunque la “Niña” mostrará su mayor impacto entre noviembre y febrero, se espera que su intensidad sea leve y de corta duración, con una neutralidad climática hacia abril.

Elorriaga detalló que, a pesar de los pronósticos de lluvias recientes, las precipitaciones del jueves 19 de septiembre no se concretaron en la región central, lo que complicó la previsión de un escenario más húmedo a corto plazo. Aunque el pronóstico indicaba la probabilidad de entre 10 y 15 mm de lluvia, las condiciones no fueron favorables para gran parte de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, debido a la influencia de un anticiclón en el Pacífico y la persistencia de aire frío que limitó el ingreso de humedad.

En cuanto a la situación de Córdoba, Elorriaga describió un panorama crítico: la provincia ha soportado vientos de hasta 50 km/h, alta variabilidad de temperatura y más de 90 días sin precipitaciones significativas. Las perspectivas para la primera quincena de octubre no son alentadoras, con una alta probabilidad de continuar la sequía.

El impacto de la deforestación

El consultor también explicó que la escasez de humedad que proviene de Brasil, agravada por la deforestación del Amazonas, está afectando las precipitaciones en Argentina. La pérdida de millones de hectáreas de bosque en las últimas décadas está debilitando los flujos de humedad conocidos como “ríos voladores”, que son fundamentales para las lluvias en la región pampeana. La reducción de esta humedad ha comenzado a notarse, lo que podría estar contribuyendo a una mayor dependencia de factores de gran escala, como el fenómeno “Niño/Niña” y otros forzantes regionales.

En este sentido, Elorriaga advierte que la agricultura argentina podría enfrentarse a un cambio estructural en el régimen de precipitaciones, caracterizado por menores ventanas de humedad en momentos clave para los cultivos, lo que representaría un desafío importante para la planificación agrícola en el país.

Proyección para el ciclo 2024/25

La Dirección de Informes y Estudios Económicos (DIyEE) de la BCR explicó que lo metodológicamente correcto es, a esta altura del año, hacer proyecciones asumiendo condiciones atmosféricas normales, ya que es demasiado temprano para descontar el efecto de un potencial déficit de agua. Sin embargo, a los fines de ofrecer un contexto para el análisis, realizó el ejercicio teórico adicional de ajustar a la baja los rindes de cada cultivo hacia su promedio de los últimos cinco años (que incluye desde dramáticas sequías hasta años buenos), en lugar de tomar el rinde tendencial (que es creciente a largo plazo). Se trata de un escenario conservador en el que el suelo no es capaz de expresar su máximo potencial como consecuencia de la escasez relativa de agua.

Bajo condiciones climáticas normales, tal como exige la metodología aprobada a nivel internacional, la producción nacional 2024/25 podría alcanzar los 143,2 millones de toneladas, un 9,3% por encima del año pasado.

En cuanto a la soja, se espera que la superficie sembrada aumente un 8% respecto del año anterior, alcanzando las 17,7 millones de hectáreas. Con este escenario, la producción podría situarse entre 52 y 53 millones de toneladas. Por otro lado, la intención de siembra de maíz muestra una importante retracción, con una caída del 21% en la superficie destinada a este cultivo, que pasaría de 10,1 millones a 8 millones de hectáreas. El panorama para los cultivos de invierno, como el trigo y la cebada, muestra una expansión en la superficie sembrada, aunque el éxito de estos cultivos dependerá de la evolución de las lluvias en las próximas semanas.

El girasol y el sorgo crecen en superficie, sustituyendo al maíz. La oleaginosa experimentó una mejora en la intención de siembra, alcanzando las 2,1 millones de hectáreas, aunque su éxito dependerá de las condiciones climáticas en las zonas más afectadas por la sequía, como el norte del país. En este escenario, la producción proyectada ería de 4,2 millones de toneladas. El sorgo, por su parte, cubriría 1,1 millones de hectáreas, con una producción estimada de 3,2 millones de toneladas.

Escenario de déficit hídrico

En un escenario conservador de déficit hídrico, la Bolsa estimó que la producción total de granos caería 2%, a 128,8 millones de toneladas. Este volumen sería el segundo más bajo de los últimos siete años, solo por detrás de la histórica sequía de la campaña 2022/23. Las mayores caídas se registrarían en los cultivos de soja y maíz, cuyas proyecciones de producción caen un 6,6% y 4,4%, respectivamente. En el caso de la soja, la producción se reduciría a 49,6 millones de toneladas, mientras que el maíz alcanzaría 47,6 millones de toneladas.

Los ingresos del agro

Las proyecciones bajo el escenario proyectado por la metodología tradicional indican que las exportaciones de granos, aceites y subproductos podrían alcanzar el tercer volumen más alto de la historia. En concreto, 101,5 millones de toneladas, un 15% más que en la campaña anterior y el volumen más alto en los últimos cuatro años, aunque sin superar a las campañas 2018/19 y 2020/21.

A los precios actuales, estas estimaciones sugieren un ingreso de dólares por exportaciones del agro de u$s 35.500 millones, superando los niveles de los últimos dos años. Sin embargo, esería entre u$s 4.000 y u$s 6.000 millones menor al registrado durante el auge de los precios agrícolas provocado por el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Por otro lado, bajo un escenario ajustado por déficit hídrico, el valor de las exportaciones se reduciría a u$s 32.600 millones, un 6% más que la campaña pasada pero un 1% por debajo del promedio de los últimos tres años.

Emergencia en Santa Fe

Esta semana, la Comisión Provincial de Emergencia Agropecuaria decidió recomendar al gobernador Maximiliano Pullaro que declare la situación de emergencia y/o desastre agropecuario en los cuatro departamentos del Norte de la provincia, a raíz de los daños provocados por la falta de precipitaciones. La disposición, que establece diferimientos y exenciones impositivas, se extenderá por seis meses, a partir de septiembre. El gobierno quedó facultado a incorporar otros distritos en la medida en que la situación se agrave.

La falta de precipitaciones afecta casi todas las regiones santafesinas pero, en muchas de ellas, todavía hay esperanzas de lluvias salvadoras. En cambio, en los departamentos de 9 de Julio, Vera, General Obligado y San Cristóbal, la situación es grave. Son los distritos en los que se concentra el mayor stock ganadero de Santa Fe.

El secretario de Agricultura de la provincia, Ignacio Mántaras, aclaró que el Ejecutivo quedó facultado para incorporar “algún otro distrito de acá a un mes, en función de cómo evolucione el régimen de lluvias”.