Luz roja para la soja: es “inviable” o está al borde del quebranto en el 90% de la superficie nacional

La foto de la campaña de granos 2024/25 muestra dos imágenes bien diferenciadas. En materia de productividad, la cosecha de trigo parece encaminarse a una de las mejores producciones de los últimos años, mientras el clima no entorpeció la siembra de granos gruesos, que avanza sin problemas.

La otra cara de la moneda -la rentabilidad– presenta una serie de luces de alarma, sobre todo en cultivos como soja, responsable de la mayor fuente de divisas del complejo agroexportador.

De acuerdo a un informe de CREA, si bien disminuyó la diferencia entre el precio percibido por los productores y la cotización internacional de los granos, en el horizonte aparecen señales por demás preocupantes.

Los números no mienten: el ciclo 24/25 presenta un nivel de precios en dólares y en moneda local que complica la competitividad de los negocios.

LOS PRECIOS, POR EL PISO

Desde CREA calcularon las cotizaciones en dólares de los principales granos a cosecha -ajustadas por inflación- se hallan por debajo del promedio de los últimos cinco años.

En este contexto, la soja (Posición Mayo) está un 19% abajo, el trigo enero un 20% y el maíz abril un 15%. En paralelo, el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral de soja está en 92 un 23% menos versus el promedio de los últimos cinco años y un 19% por debajo del promedio de la última década.

El problema es que la rentabilidad cae, pero los costos no paran de subir. Según calcularon desde el organismo técnico, el valor de las labores de cosecha aumentaron, a partir de la presión inflacionaria, el tipo de cambio, las restricciones al comercio y la suba del gasoil.

De este modo, la tarifa esperada para la cosecha fina se ubica en U$S 70 por hectárea. “Dados los bajos precios del cereal, se requiere 43% más de kilos para pagar la labor versus el promedio de los últimos 5 años, o sea 103 kilos más”, calcularon.

Y agregaron: “El contexto local, el nivel de precios y la estructura de costos -pesificada y dolarizada- condicionan la viabilidad económica de la campaña gruesa”.

UN PANORAMA COMPLEJO PARA LA SOJA

Los productores de soja dejaron de mirar -al menos por el momento- los pronósticos climáticos y siguen bien de cerca las cotizaciones y trabajan en las planillas de costos.

Desde el inicio del actual ciclo de la oleaginosa, el precio de mercado está por debajo de los valores de indiferencia: no se alcanzan a cubrir los costos de producción

El trabajo elaborado por CREA trazó un mapa nacional, en donde se estableció que solo el 10% de la superficie nacional se ubicaría en un rango de viabilidad económica positiva. El 66% del territorio está al borde del “break even” (+/- 10%); es decir, que con suerte logra “empatar” el partido, y el 24% restante transita valores negativos.

En maíz, los resultados son un poco más alentadores, con un precio de mercado que se mantuvo cercano al de indiferencia y se esperan mejores resultados económicos en comparación con la soja.

“De este modo, los rendimientos son claves para generar resultados positivos, y, en el corto plazo, resulta imperioso poner el foco en la situación micro para mejorar la competitividad de las empresas”, remarcaron

SEÑALES PROPIAS Y DEL EXTERIOR

En el plano internacional, desde CREA enumeraron una serie de variables que los productores seguirán con atención.

En el caso de los mercados internacionales, consideraron que se presentan estables y a la espera de cambios en las decisiones geopolíticas, relacionados a los conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania, como así también los conflictos comerciales entre Estados Unidos y China.

En el caso particular de la soja, detallaron que la relación stock/consumo se ubica en valores máximos, lo que se perfila como una señal negativa. En maíz, las lluvias podrían modificar las proyecciones de siembra del cereal tardío.

“Si bien la disminución de la brecha cambiaria mejoró el porcentaje percibido del precio internacional por parte de los productores, la combinación de cotizaciones internacionales bajas y un contexto local en transición con presencia aún de políticas tributarias negativas, limitan significativamente la
competitividad del sector”, concluyeron.