Contra todo pronóstico, la campaña de soja 2024 sorprende con una fuerte recuperación. La profesionalización del manejo agrícola y un giro climático clave explican el fenómeno. Mientras tanto, el trigo se prepara para una siembra histórica, indicó la Bolsa de Comercio de Rosario en un informe.
Los cultivos que parecían condenados por la sequía terminaron dando una vuelta de página inesperada. Contra toda expectativa, la soja de segunda -símbolo de la resiliencia agrícola este año- está rindiendo incluso por encima de lo estimado, lo que obligó a ajustar las proyecciones de producción nacional: de 45,5 a 48,5 millones de toneladas. Al mismo tiempo, el trigo para la campaña 2025/26 se perfila con una proyección histórica de siembra: 7,2 millones de hectáreas.
El repunte de rindes comenzó en el centro del país y se extendió rápidamente a toda la región pampeana. En las últimas dos semanas, con un marcado avance en las labores de cosecha -que ya alcanzan el 66% a nivel nacional-, técnicos y productores coinciden en una conclusión: los números sorprendieron. Detrás del rebote, hay un factor determinante que emerge con fuerza: el alto nivel de profesionalización del productor argentino.
Profesionalismo y fe en el campo
Lejos de abandonar los lotes en un contexto climático adverso, los productores mantuvieron los cultivos con aplicaciones clave contra plagas comunes en la sequía, como trips y arañuelas, sin descuidar el control de malezas. Algunos incluso apostaron a tratamientos con promotores de crecimiento, en un gesto que parecía riesgoso, pero que terminó siendo decisivo.
La estrategia defensiva fue precisa: buena elección de lotes, fechas de siembra y ciclos adaptados. Aunque las lluvias llegaron tarde -para muchos, recién en la cuarta semana de febrero-, fueron lo suficientemente oportunas como para desencadenar un rebote productivo que hoy se refleja en las cosechadoras.
Soja de segunda: la gran revelación
Si hubo un protagonista inesperado, fue la soja de segunda. A mediados de febrero, la situación era crítica: tras un intenso golpe de calor, se proyectaban pérdidas de rendimiento del 30 al 70%, con unas 780.000 hectáreas que directamente no se cosecharían. Sin embargo, muchas de esas áreas, como en el norte de Buenos Aires, terminaron siendo cosechadas con no menos de 20 quintales por hectárea.
Incluso en lotes donde no se esperaba superar los 25 qq/ha, hoy se reportan rindes de 5 a 10 quintales más. En Entre Ríos, el SIBER de la Bolsa de Cereales hablaba de un promedio previsto de 20 qq/ha para soja de segunda. La sorpresa: ahora alcanza 27,5 qq/ha, igualando el rendimiento de la soja de primera.
«Los rindes que están saliendo de las cosechadoras en la región núcleo no los hubiésemos creído en enero o febrero», afirman los técnicos.
El efecto Atlántico en una campaña marcada por La Niña
La recuperación hídrica fue posible gracias a un cambio en el patrón de circulación atmosférica que permitió el ingreso de humedad desde el Atlántico. Este giro climático fue determinante para el resurgimiento de los cultivos en medio de una «Niña» moderada. Lo que parecía un «partido perdido» terminó siendo una remontada histórica.
Con un escenario que parecía condenado al fracaso, la campaña 2024 se transforma en una lección de resiliencia y profesionalismo. Y lo mejor, parece, aún está por venir.