La agroindustria es, por una amplia diferencia, el principal sector generador de riquezas en el país y el motor económico de la economía nacional, y dentro de este, el complejo sojero es, sin lugar a dudas, el mayor aportante de dólares. No obstante, la histórica sequía golpeó de lleno a su industria derivada y el nivel de molienda del poroto de soja tuvo durante 2023 su peor caída en casi dos décadas.
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el procesamiento de la oleaginosa, cuyos productos estrellas son la harina y el aceite, se ubicó en torno a las 27 millones de toneladas, cayendo un 30% respecto a las 38 millones de toneladas del año pasado, y obteniendo su peor marca en 19 años, solamente por encima de los niveles producidos en 2004.
“Camino a una cosecha 2023/24 con mejores augurios, la campaña 2022/23 nos sigue dejando datos para el olvido. Con una producción que cayó más de un 56% interanual, la actividad de la industria aceitera argentina sufrió una dura estocada. En este sentido, el crush de soja en Argentina se redujo casi un 30% en el 2023, comparándolo con el nivel de actividad del 2022″, explicó el informe.
De hecho, según la Bolsa rosarina, durante la campaña anterior se produjeron solo 20 millones de toneladas de soja, lo que redundó en una merma de casi el 60% respecto al ciclo agrícola anterior, mientras que las exportaciones de todo el complejo se ubicaron en USD 13.451 millones el año pasado, un 41% por debajo de lo registrado en 2022.
No obstante, un dato interesante que arroja el informe es que teniendo en cuenta una caída en la producción de soja del 56%, el crushing solo se redujo un 30% y esto tiene que ver con el nivel de importación que hubo el año pasado, que alcanzó las 10,4 millones de toneladas y que llegó a representar más del 36% del volumen procesada —una cifra récord para nuestro país— a través del régimen de importación temporaria.
“Es decir, se trae el poroto de soja temporariamente al país para su procesamiento industrial, con el fin de reexportar después productos con mayor valor agregado (aceite, harinas, biodiesel, glicerina, entre otros). Con estos datos, podemos afirmar que el año pasado más de un tercio de la molienda argentina se realizó con soja importada”, explicó el trabajo de la entidad bursátil.
Según detallaron los especialistas de la BCR, “las importaciones de soja permiten recortar la capacidad ociosa de la industria aceitera, al mismo tiempo que colaboran en sostener el nivel de empleo y apuntalar las exportaciones nacionales”. En este sentido, remarcaron que “la merma productiva llevó a que 2023 cierre como el año de mayor capacidad ociosa de la historia de la industria aceitera argentina”, pero que “no obstante, la ociosidad del 54% del año pasado hubiera saltado a cerca del 70% sin las importaciones”.
Brasil, la novedad
Más allá de lo atípica que fue la sequía y la magnitud del desastre productivo que generó en Argentina, otra particularidad se dio en el mercado de granos: Brasil convirtiéndose en el mayor proveedor de soja de nuestro país. “Con una participación más recortada a lo largo de la historia del crush argentino, la cosecha récord en nuestro principal socio comercial apuntaló con fuerza el comercio de soja brasileña hacia aquí”, con 4,1 millones de toneladas enviadas, puntualizó el informe.
Así, el impulso en Brasil llevó a su participación en las importaciones argentinas de soja del 9% en 2022 al 39% en 2023. No obstante, más allá de esta suba, también se rompieron récords de volumen de soja traída desde Paraguay – el proveedor más frecuente de soja de nuestro país – con 5,8 millones de toneladas embarcadas.
“En lo que viene, la presencia de un año Niño ha traído más lluvias y una recuperación de la humedad del suelo, que permite ilusionarse con una recuperación de la producción. De la mano de ello, la mayor oferta disponible de poroto de soja podrá apuntalar la actividad de la principal industria exportadora de la Argentina, si las condiciones acompañan”, finalizó el informe de la BCR.