Cuando falta poco para la cosecha de trigo y cebada en el sudeste bonaerense, comienza la definición del cultivo de segunda. ¿Qué vamos a sembrar atrás de nuestra fina?
En general, la soja de segunda es el cultivo de segunda por excelencia. Hace ya varios años que se viene incrementando el maíz como cultivo de segunda y muy pocos lotes de girasol con buenos resultados.
El maíz, como cultivo de segunda, acompañado por buenos precios, genera una excelente renta, diversificación de periodos críticos, agrega estabilidad a los cultivos de segunda e incrementa la superficie de maíz en la zona. El maíz de primera tiene el impedimento en la zona, y es que afecta la superficie de cultivos de fina para la campaña siguiente, lo cual no es un dato menor en el sudeste de la provincia de Buenos Aires.
A raíz del incremento de los costos de sementera de la campaña 2021/22, impulsados sobre todo por el aumento del fertilizante (nitrogenados y fosforados) y el glifosato, hace que analicemos las diferentes alternativas ya que el aumento de estos insumos impacta en menor medida a la soja de segunda.
Si vemos la evolución de los precios de los insumos, sobre todo de fertilizantes, los márgenes se achicaron de manera drástica, pasando de rindes de indiferencia de 2,7 a 3,2 t/ha. En estas condiciones necesitamos un 20% más de rinde para salir empatados. La campaña pasada necesitábamos para cubrir los costos entre 2 y 2,2 t/ha de maíz.
La soja de segunda tiene un rinde de indiferencia de casi 900 kg/ha con una inversión relativamente baja comparándola con la de maíz.
Estrategia
El maíz, como cultivo de segunda, siempre está planteado para los primeros lotes cosechados. En siembras con fecha los primeros días de diciembre, podemos plantear objetivos de rinde de 4,5-5 t/ha. Cuanto más nos atrasamos en la siembra menos rinde esperamos.
Esto no es así en girasol de segunda. Pero sí en soja de segunda, donde esperamos rindes de entre 1,5 y 1,8 t/ha para estas fechas de siembra. La renta esperada con un rinde de 1,5 t por ha, ya supera ampliamente la renta del maíz.
Como dijimos anteriormente, el maíz de segunda genera un aporte positivo al sistema en varios aspectos, pero no podemos dejar mostrar las contras de este cultivo.
La tardía liberación de los lotes es una de ellas, con un manejo de malezas diferente, entrando en general tarde al control y con costos más altos para el cultivo siguiente. Deja en el lote un rastrojo más complicado, con mucho volumen, generando posibles problemas de logros de stand de plantas a la hora de siembra y daños por heladas. Mayor consumo de agua y nitrógeno si lo comparamos con una soja de segunda.
Por último, y no por eso menor, la mayor inversión en el cultivo de maíz de segunda durante más tiempo, ya que la cosecha de soja se realiza entre mayo y junio, y la de maíz de segunda más hacia septiembre.
Con un elevado riesgo como todos los cultivos de segunda, y con un año donde las perspectivas climáticas muestran precipitaciones por debajo de lo normal, la idea no es sacarlo, pero sí achicar superficie y posicionarlo en los mejores lotes y más tempranos, buscando así el máximo potencial de rendimiento.
*El autor es Responsable de Producción Técnica Agropecuaria de Alea
Por José Gandini
Fuente: La Nación