Maíz sobre girasol: una rotación poco usual, pero que puede ser una alternativa para confiar

Artículo elaborado por José Raúl Giupponi y Ricardo Héctor Maich – docentes e investigadores de la Facultad de Ciencas Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC)

A largo de las rutas provinciales N° 13 y N° 66, y a la altura de la localidad de Landeta (departamento San Martín, Santa Fe) durante la campaña 2022/23, hubo quien implantó un cultivo de girasol al que le siguió un cultivo de maíz sobre un mismo lote.

En una nota publicada en Infocampo (25/02/16) se abordó el tema de este tipo de secuencias de cultivos, aunque solo se presentaron los rendimientos obtenidos en girasol (2.900 Kg ha-1).

Un detalle no menor fueron las condiciones inmejorables para la implantación del cultivo de girasol a mediados de agosto en el norte de Santa Fe.

Por otra parte, en la interacción entre colegas y compañeros de estudio de José Raúl Giupponi en la Especialidad en Cultivos Extensivos, dictada en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC), se comentó que esta práctica no es inusual y es una secuencia de cultivos utilizada por algunos productores del noreste de la provincia de Córdoba (como en Porteña y/o Morteros), siempre y cuando las condiciones hídricas permitan la implantación temprana del girasol.

Motivados por conocer los resultados de esta secuencia de cultivos en el centro-norte de la provincia de Córdoba, durante la campaña 2023-/24, se implantó un ensayo en el Campo Escuela de la FCA-UNC para evaluar los híbridos de girasol “Olga” y el híbrido de maíz de ciclo corto “PO 946”. Ambos materiales fueron gentilmente provistos por Silvina Moreno (CORTEVA).

MAÍZ SOBRE GIRASOL: EL ENSAYO CORDOBÉS

El cultivo de girasol se implantó el 23/08/23 y emergió el 07/09/23. Previo a la siembra se aplicaron sendos riegos por aspersión (10/08/23 y 21/08/23) de 21 milímetros cada uno. Sobre la misma línea de siembra se fertilizó el cultivo a razón de 32 kg N ha-1 y se contó con un testigo sin fertilizar.

Cada unidad experimental (replicada) estuvo compuesta por seis surcos de 6 metros de longitud, distanciados entre sí por 0,52 metros. La densidad de plantas logradas por metro cuadrado en el girasol fue de 6,1. La floración dio inicio el 21/11/23 (estado R5 según escala de Schneiter y Miller, 1981) y alcanzada la madurez fisiológica el 02/01/24 el cultivo de girasol se desecó químicamente.

El 15/01/24 se procedió a la siembra del híbrido de maíz “PO 946”, el cual emergió el 20/01/24. La dirección de los surcos fue transversal a los del girasol, el que fue fertilizado a razón de 32 kg N ha-1 sobre la línea de siembra.

En esta ocasión, cada unidad experimental (replicada) estuvo compuesta por seis surcos, pero de 3 m de longitud distanciados por 0,52 m. La densidad final de plantas por metro cuadrado fue de 6.

Las combinaciones de tratamientos pasaron de las dos en girasol (0 kg N ha-1 y 32 kg N ha-1) a cuatro en maíz, a saber:

0 N kg ha-1 en ambos cultivos
32 kg N ha-1 en girasol y 0 N kg ha-1 en maíz
0 kg N ha-1 en girasol y 32 kg N ha-1 en maíz
32 kg N ha-1 en ambos cultivos.

El cultivo de maíz alcanzó el estado R1 el 17/3/24 y fue cosechado el 20/04/24. Es conveniente advertir al lector que el cultivo de maíz fue dañado por el complejo de enfermedades transmitido por la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis).

Los rendimientos en grano (0 % de humedad) en el girasol están en consonancia con lo reportado en el norte de la provincia de Santa Fe para siembras de agosto. Sin embargo, la adecuada implantación en el Campo Escuela de la FCA se debió al riego previo a la siembra de la oleaginosa.

Sin un sistema de riego, no se recomienda sembrar girasol en secano en agosto, ni siquiera en septiembre, en años con deficiencia hídrica.

El daño causado por la chicharrita y el complejo de enfermedades que transmite se hizo sentir en el cultivo de maíz, con una merma en el rendimiento de un 50% con respecto al mismo híbrido sembrado el 21 de diciembre.

La fertilización de ambos cultivos repercutió positivamente sobre el rendimiento en maíz (3.345 kg ha-1), con un incremento del 20 % respecto al valor medio logrado sin fertilización alguna (2.665 kg ha-1).