Maíz Flint: las ventajas de un cultivo especial, con sello europeo y mejor precio para el productor

La constante búsqueda de mejor rentabilidad en el sector agropecuaria obliga a indagar sobre nuevos planteos y cultivos que tengan una diferenciación en el mercado.

Por ello, el maíz Flint es una especialidad con manejo agronómico y logístico diferenciado, que se despega de las situaciones de cosecha del maíz tradicional y el productor lo elige por las posibilidades comerciales derivadas de un producto con valor agregado, que le permite obtener un plus de precio respecto al maíz común.

Por lo general, este cultivo se destina al mercado europeo y principalmente para fabricar cereales para desayuno, snacks, polenta, cerveza, galletitas, entre otros.

Esta causa, es por la que los importadores, exigen un grano sumamente inocuo, certificado y de mayor calidad.

LAS CLAVES DEL MAÍZ FLINT

“Se trata de un hibrido que es convencional, no tiene ningún evento tecnológico ni tampoco puede tener ninguna contaminación externa por las normas de calidad, principalmente las que figuran en la certificación de maíz Flint. Con lo cual el productor debe tener ciertos recaudos a la hora de hacer este cultivo”, explicó a Infocampo el ingeniero agrónomo Mauricio Tomasin, técnico en semillas de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) para el norte bonaerense y sur de Santa Fe, durante la última jornada A Campo Abierto.

Tomasin recordó que, desde hace más de 27 años que promueve la siembra de esta especialidad, poniendo a disposición de los productores un hibrido que se adapta a las necesidades agronómicas que requiere, pero además ofreciéndoles mayor rentabilidad.

“Hoy contamos con un hibrido convencional, el ACA 514, con óptima combinación de precocidad y estabilidad de rendimiento. Tiene una alta tolerancia a enfermedades como el mal de Río IV, y por las fechas en que lo recomendamos implantar, logramos reducir de manera importante el daño por plagas”, destacó el entrevistado.

EL MANEJO AGRONÓMICO, ESENCIAL EN EL MAÍZ FLINT

Para respetar los parámetros de calidad que demanda la Unión Europea, con el fin de mantener el Plan Flint, es necesario emplear un manejo agronómico sustentable.

El mismo comienza eligiendo un lote que no se encuentre cerca de un híbrido modificado genéticamente para que no haya contaminación, caso contrario es necesario diferir la fecha de siembra para que no coincida la floración.

Sin embargo el proceso más crítico, según los especialistas, es la cosecha. “El momento de la cosecha suele ser uno de los puntos más críticos, ya que si no se lo maneja de manera responsable, podemos contaminar la producción con granos de cultivos que estén modificados genéticamente”, cuenta el ingeniero agrónomo Omar Abejugaray, Jefe de Insumos de la Cooperativa Agropecuaria Carabelas, una entidad ubicada en el norte de la Provincia de Buenos Aires, que cuenta con la particularidad que el 40% del maíz acopiado corresponde a este grano de maíz colorado.

“Siempre recomendamos prestar mucha atención a los equipos de cosecha. Deben ingresar al lote extremadamente limpios, tanto cosechadora como autodercargable, y además el camión que transportará la producción al acopio”, expresó a Infocampo el asesor.

Además, explicó que el perfil sanitario del material de ACA es muy bueno, por lo tanto “no tenemos grandes problemas con lo que son enfermedades”.

Respecto a plagas, como lo marcó anteriormente, al sembrarlo temprano, el ciclo de cultivo va de manera disociada a los picos poblacionales de plagas que atacan el maíz, reduciendo su impacto.

PROCURANDO SU CUIDADO

Este cultivo, cuenta con un grano caracterizado por mayor dureza, forma y color. Además, al ser NO GMO, lo hace un cultivo de aptitud que nuestro país puede exportar a Europa, y convertirse en la materia prima con la que se elaboran productos de alta calidad en ese continente.

En ese contexto, ACA está presente en el mercado de este producto especial, del cual son parte más de 25 cooperativas y 20 centros de desarrollo cooperativos (CDC) a lo largo y ancho del país.

“Nuestras cooperativas exportan 130.000 toneladas de maíz Flint y nuestros productores cultivan unas 14 mil hectáreas en las diversas regiones del país”, añadió Tomasín, aunque reconoció que el 60% del cultivo se produce en el norte de la provincia de Buenos Aires.

Además, explicó que las cooperativas siguen el Plan de Flint de manera tal de ofrecer una alternativa más al productor, “poniendo a disposición, desde la semilla, el asesoramiento técnico, la recomendación de fertilización y la compra del producto final, acompañándolo así en todo el proceso del ciclo productivo”, dijo

También recordó que cualquier semilla modificada genéticamente puede poner en riesgo la perdida de la bonificación del Plan Flint y ese volumen comercializado se negociará como maíz común.

“La producción de este cultivo especial cuenta con la intervención de una empresa auditora que certifica los estándares de calidad requerido por el comprador, sin costo extra para el productor”, conto el entrevistado.

La bonificación que se paga en dólares se determina al comienzo de la campaña, la que se suma al precio del maíz tradicional. Se trata de una bonificación que surge de la negociación entre el exportador y el comprador europeo, que luego es informada a las cooperativas para que se transmita a los productores.

Como comentario final, Abejugaray mencionó que con valores bajos de maíz como son los actuales, la bonificación impacta significativamente en un porcentaje del precio y adquiere notoriedad para incorporar este cultivo en la rotación del productor.