Maíz 2023/24: siembras tempranas y mayores densidades, claves para subir al techo con El Niño

El fenómeno del Niño se avecina en la primavera, y es ahí donde el maíz pasa a tener un interés particular.

Es un cultivo muy eficiente en el uso del agua y expresa rendimientos notablemente superiores cuando llueve de manera suficiente.

Por ello, es esperable que las precipitaciones por encima del promedio lleven a la producción nacional a niveles de campañas anteriores.

En este marco, es posible empujar esos techos de rendimientos con manejos productivos estratégicos y obtener una cosecha extraordinaria.

LA VUELTA DE LOS TEMPRANOS

En su paso por el ciclo Agenda Aapresid, la especialista Maria Elena Otegui repasó los criterios de decisión para la próxima campaña de maíz.

Para empezar, señaló que ante un pronóstico “Niño” es posible apostar a estrategias más agresivas y que bajo este escenario la balanza se incline en favor de los maíces tempranos.

En el arranque, la toma de decisiones pasa por la elección del híbrido en base a la caracterización por “mega ambientes”.

No obstante, agregó que, teniendo en cuenta la expansión del maíz a nuevas latitudes, es importante considerar además la madurez relativa de los híbridos en función de la época de siembra.

Si bien, por lo general, no se cambia de híbrido al decidir una siembra temprana o tardía, la ingeniera menciona que con la expansión del área maicera hacia el sur y el oeste de la región productiva, donde los períodos libres de heladas son más acotados, la recomendación es optar por materiales de ciclo más corto.

AUMENTAR LAS DENSIDADES

En cuanto a la densidad, también debería venir un cambio importante. En campañas pasadas, La Niña obligó a tomar una actitud defensiva a la hora de plantar, donde reducir las densidades y atrasar las siembras era la mejor opción frente al bajo presupuesto de agua.

“Con un panorama de oferta hídrica, deberíamos pensar en acompañar el cultivo con mayores densidades en pos de capturar los beneficios en los ambientes favorables”, resumió Otegui.

Al respecto, sugirió evaluar, previo a la siembra, el agua almacenada en el segundo metro del perfil y no quedarse con los primeros milímetros de lluvia que caen, sobre todo aquellos que decidan volver a siembras tempranas.

Sucede que, hasta que el horizonte no se recargue y tenga excedentes por encima de la capacidad de campo, aquel segundo metro de suelo no se empieza a llenar.

“Una vez sembrado el maíz, es muy difícil lograr esa recarga, dado el consumo del cultivo y la demanda atmosférica en aumento. Por eso es clave sembrar con agua en profundidad”.

NUTRIENTES

Por último, una nutrición balanceada es el paso final para acortar brechas de rendimientos.

“El maíz es un cultivo que tiene capacidad para explorar altos rindes, pero esa potencialidad también se construye con buena nutrición. Para ello, hay que volver a los análisis de suelo, corregir con la fertilización adecuada tanto en tempranos como tardíos, y no pensar que la sola mineralización es suficiente para satisfacer los requerimientos”, subrayaron desde Aapresid.

Y cerraron: “Es un año donde nos podemos aventurar a planteos más audaces con mayores densidades, intensificación y materiales con alta adaptabilidad capaces de capturar los beneficios de un mejor ambiente”.