La cosecha sudamericana de soja, al final de la campaña, será bastante inferior a la inicialmente pronosticada. Sin embargo, la demanda china no muestra apuro por originar poroto en un contexto económico interno crecientemente incierto en la nación asiática.
La cosecha brasileña de soja –que ya cubre más del 10% del área nacional– este año se adelantó y el volumen de embarques de poroto y harina de soja en el mes de enero fue sustancialmente mayor al registrado un año atrás, según datos de los exportadores (Anec).
La referencia regional de precios FOB de la soja la determina Brasil (primer exportador mundial de productos del complejo sojero) y la Argentina, más allá de cuál sea su situación, va por detrás de la misma, lo que explica el aparente divorcio entre los “flojos” valores FOB de la referencia rosarina y la realidad argenta.
Con escasas existencias internas de soja –producto del desastre climático registrado en el ciclo 2022/23– y un panorama climático desafiante en algunas regiones productivas, el FOB Rosario (y por extensión los precios que reciben los productores argentinos) tienden a acoplarse a los valores brasileños.
Esa realidad de mercado se presenta en un escenario estructural bajista, que no sólo afecta a los soja sino a muchos otros commodities agrícolas, lo que no constituye una buena noticia para el sector más dinámico de la economía argentina.
Vale recordar que los brasileños reciben el precio “lleno” de la soja, mientras que los productores argentinos embolsan un valor recortado por derechos de exportación (33% del valor FOB) y “retenciones cambiarias”, las cuales, si bien se redujeron durante la gestión de Javier Milei, siguen vigentes.
Este miércoles, por ejemplo, el precio de referencia de la soja con entrega en el puerto de Paranaguá fue de 394 u$s/tonelada, al tiempo que el valor de la soja Rosario fue de 269.000 $/tonelada, precio que, con el dólar libre negociado en el mercado bursátil argentino (MEP), equivale a unos 229 u$s/tonelada.