Para la formación de los precios de la soja, todo lo que sucede en Brasil es relevante. Su posición como principal proveedor mundial del grano sin procesar y como segundo abastecedor de harina y de aceite, detrás de la Argentina, hace que no solo las cuestiones agrícolas pesen sobre el rumbo del mercado, sino que, como en este caso, también influya, y mucho, el valor de su moneda, que en las últimas semanas consolidó una importante devaluación respecto del dólar.
Esa devaluación del real, que se acentuó esta semana y que hoy fue el principal fundamento de otra rueda negativa para la soja en la Bolsa de Chicago, tiene un correlato casi exacto con el derrotero bajista que viene registrando el precio de la oleaginosa desde la tercera semana del mes pasado en la plaza estadounidense.
En efecto, entre el cierre del jueves 21 de marzo y hoy la posición mayo de la soja perdió un 5,5% de su valor, al pasar su ajuste de 445,33 a 420,72 dólares por tonelada (el precio quedó a poco menos de 5 dólares del nivel más bajo desde noviembre de 2020). En el mismo período, el real acumuló una devaluación respecto del dólar del 5,8%, tras variar la paridad entre estas monedas de 4,97 a 5,26 reales por dólar.
Las razones bajistas que desencadena este movimiento de las monedas son la mayor competitividad que le brinda a las exportaciones brasileñas, en detrimento de las de Estados Unidos, y el mayor estímulo vendedor que genera entre los productores, que reciben más reales por sus granos.
“Que el dólar esté en fuerte alza en Brasil favorece la comercialización de la soja. Tanto es así que en la última semana se negociaron más de 5 millones de toneladas, porque los productores aprovecharon para vender al ver un aumento de los precios en reales. Y como gran parte de los agricultores tiene muchas deudas a pagar a finales de abril, se apresuran a vender y a aprovechar esta ventana de oportunidad”, contó a LA NACION desde Curitiba, en el Estado de Paraná, Vlamir Brandalizze, especialista en el mercado de granos de Brandalizze Consulting.
Agregó que la fortaleza del dólar hace que la soja brasileña resulte más competitiva que la estadounidense y que por eso “los negocios resulten más ágiles aquí y más lentos en los Estados Unidos”. Esto último viene siendo una constante en los últimos meses, en los que la demanda china focalizó su atención sobre la cosecha de Brasil, que ya progresó sobre el 83,2% del área apta, según informó ayer la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario brasileño, que prevé un volumen final para la campaña 2023/2024 de 146,52 millones de toneladas y exportaciones por 92,26 millones.
Lo antedicho, en cuanto a la lentitud de las exportaciones en Estados Unidos, es una preocupación particular para los operadores de Chicago, que ahora se ve acentuada por la devaluación del real. Cabe tener en cuenta que, así como Brasil transita un camino ascendente en cuanto a sus ventas de soja año tras año –más allá de las eventualidades climáticas que pueden hacer fluctuar la producción–, Estados Unidos hace el trayecto opuesto. Al respecto, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos prevé que el actual ciclo comercial 2023/2024 sea el tercero consecutivo con ventas externas en baja. Los 46,27 millones de toneladas de soja que el organismo estima como exportaciones son el volumen más bajo desde los 45,80 millones de la campaña 2019/2020.
Para Daniele Siqueira, analista de la consultora brasileña AgRural, la devaluación del real es un factor positivo para la formación de los precios de la soja y del maíz en Brasil y, por lo tanto, favorece su mayor comercialización. Sin embargo, explicó que si la coyuntura actual no refleja negocios aún más importantes “es porque el ritmo de ventas de soja ya venía siendo muy bueno antes de que el dólar subiera y porque, dada la volatilidad del tipo de cambio y la incertidumbre sobre la dirección de los precios, vendedores y compradores se vuelven cautelosos. No obstante, el mercado se está moviendo y si el dólar se mantiene firme la tendencia es que las ventas se intensifiquen”.
Esta coyuntura que ofrece el mercado de las monedas en Brasil la está usufructuando más la soja que el maíz. “En los precios domésticos del cereal ya se está dando una mejora, pero las ventas continúan siendo tímidas, ya que la distancia entre los valores ofrecidos por los compradores y los solicitados por los productores todavía es grande”, dijo Siqueira.
Agregó que por el maíz de la safrinha, cuyas entregas se realizarán a partir de junio cuando la cosecha comience a acelerarse, “los productores quieren ver precios más altos, pero los compradores no convalidan esas expectativas porque confían en una oferta voluminosa durante la segunda mitad del año, ya que los cultivos en Mato Grosso y en Goiás hasta ahora se están desarrollando muy bien. Igualmente, como ya lo señalé, el rumbo del tipo de cambio es siempre un factor muy importante para los precios y para el ritmo de las ventas, por lo que si el dólar se mantiene firme es probable que también veamos más movimientos en el mercado de maíz muy pronto”.
Respecto del trigo, cuya siembra se está definiendo, Brandalizze señaló que si bien hay bastante consenso en cuanto a que habrá una reducción en el área cubierta respecto de 2023, caída que la Conab estimó el jueves pasado en un 4,6% –de 3,47 a 3,31 millones de hectáreas–, “un dólar valorado frente al real podría atraer al sector y limitar la merma en la intención de siembra prevista inicialmente”.
Por Dante Rofi