La “chicharrita del maíz” saltó a la fama por ser el vector capaz de transmitir el agente patógeno de la enfermedad “Spiroplasma kunkelii” o “Achaparramiento del maíz”, una de las más importantes que afectan a esta gramínea, limitando significativamente su producción y rendimiento.
Aunque desconocida para muchos, esta plaga empezó a hacer ruido en las últimas campañas argentinas por su gran potencial de multiplicación y expansión desde zonas endémicas (norte argentino) hacia el sur del país.
En base a los últimos datos relevados en Argentina, de los 952 monitoreos por especie (maíz) realizados por los usuarios del Sistema Integrado de Monitoreo Agrícola (SIMA), se registró un 18,4% de positividad de lotes con presencia de la plaga para el período fin de enero a principios de febrero, con focos localizados en NOA (Salta y Tucumán), NEA (oeste de Santiago del Estero y noroeste de Santa Fe); y una sorpresiva expansión hacia el centro y sur de Santa Fe.
Potencial de daño
De nombre científico Dalbulus maidis, se trata de un insecto herbívoro del Orden Hemiptera que se alimenta de la base y axilas de las hojas, y de la parte inferior de las plantas.
Su potencial de daño es realmente preocupante ya que puede causar pérdidas de rendimiento superiores al 70%. Una vez infectadas las plantas, el patógeno puede producir síntomas de enanismo por acortamiento de entrenudos, deformaciones fisiológicas como proliferación de mazorcas, mazorcas deformes o estériles, macollamientos o enraizamientos excesivos, y clorosis en las hojas que empiezan como manchas amarillentas en la base de las láminas y luego manchas rojizas en los márgenes de hojas adultas.
Además de su rol como vector, las chicharritas causan por sí mismas daños mecánicos considerables. Al alimentarse y en la oviposición producen lesiones en los tejidos tanto para succionar savia como para insertar los huevos, y consecuentemente estos daños repercuten en el crecimiento y rendimiento de las plantas afectadas al reducir el área foliar, provocar estrés hídrico y pérdida de materia seca, y en estadíos tempranos de plántulas pueden llevar a la mortandad con altas densidades de individuos, lo que es más probable en siembras tardías.
Los daños económicos dependen del genotipo del maíz, del momento fenológico y de las condiciones climáticas en las que ocurre la infección del vector y transmisión del patógeno, pero generalmente los estadíos tempranos (entre V1 y V8) son el período de mayor susceptibilidad del cultivo.
Analizando la base de datos de SIMA, los últimos monitoreos reflejan la mayor proporción de área afectada vegetativa en relación a otros estadíos. Tal es así que el relevamiento para el período mencionado arroja un 96% de área afectada en período vegetativo contra un 2% en barbecho y tan sólo un 1,5% en floración.
Preocupación en la región
La “Chicharrita” representa una de las principales plagas de este cultivo en zonas tropicales y subtropicales de Brasil, Colombia, Bolivia y Paraguay, incluyendo el norte de Argentina, y su relevancia radica en la exclusividad de alimentación por plantas del género Zea, incluyendo al maíz (Zea mays), donde completa su desarrollo y reproducción.
El aumento gradual de su incidencia en algunas regiones brasileñas fue motivo de preocupación, e impulsó la creación del “Escuadrón de Combate Cigarrinha”, una iniciativa respaldada por Bayer en colaboración con SIMA. Los datos relevados por el Escuadrón muestran un incremento significativo de la presencia de la plaga en dicho país: en mayo, se detectó en el 97% de más de 2016 trampas instaladas, en comparación con el 90% registrado en abril y el 86% en marzo.
El escuadrón de combate ya cuenta con más de 9 mil trampas en el campo, lo que corresponde a alrededor del 70% del área de cereales en Brasil, con más de 600 agentes de Bayer participando en el proyecto que ya está en su quinta cosecha.
Cómo combatirla
Para combatirla, es importante atender a las primeras apariciones e implementar controles precoces, ya que las infecciones tempranas causan mayores daños.
Las condiciones de sequía pueden aumentar el nivel de daño significativamente, mientras que una buena disponibilidad hídrica incrementa la resistencia de las plantas frente al ataque.
En la actualidad las únicas estrategias de control que existen son preventivas ya que en nuestro país no hay registro de productos fitosanitarios para su control químico.
Algunas de las consideraciones para el manejo integrado son:
1-Siembra de materiales tolerantes a Spiroplasma: si bien existe variabilidad de respuesta entre genotipos, es la práctica con mejores resultados.
2-Manejo de fechas de siembra para escapar al pico poblacional: existe mayor susceptibilidad los primeros 30 días después de la emergencia.
3-Control de densidad poblacional: eliminando maíces guachos, su principal hospedante para sobrevivir, y evitando siembras de maíz sobre maíz.
4-Tratamiento de semillas con insecticidas: contribuye a mantener bajas las poblaciones protegiendo al cultivo desde la emergencia y hasta los primeros estadíos vegetativos.