El trigo es uno de los commodities agrícolas que más aumentó desde la invasión de Rusia a Ucrania, debido al peso de ambos países en el comercio del cereal, del que concentran el 30% de la oferta total. La cotización saltó de USD 340 la tonelada en el mercado de Chicago desde el inicio del conflicto, a USD 450, un 25% más.
La guerra achicó la oferta mundial del cereal que ya estaba tensionado por bajos niveles de stock y la fuerte demanda post-pandemia, indicó el economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Agustín Tejeda Rodríguez durante un webinar organizado por la entidad y la Red Grupo de Países de Sur (GPS) sobre los efectos del conflicto en los mercados agroindustriales. Problemas climáticos en diferentes países productivos y cuellos de botella en la cadena de suministros complican aún más el abastecimiento triguero.
“El primer impacto directo es la interrupción de las exportaciones de Ucrania, porque el conflicto se lleva a cabo sobre gran parte de la superficie cultivada y también afecta a los puertos sobre el Mar Negro, inclusive los rusos, país que también se vio afectado por las sanciones haciéndolo el país más sancionado del mundo. Todo esto tuvo un efecto en los precios internacionales, que pasó de precios bajos en 10 años en 2020 a los más altos en 10 años en apenas unos meses”, reseñó Tejeda Rodríguez.
Por eso el mundo se encuentra bajo una tensión muy importante y necesitará para la campaña 2022/23 una gran cosecha. La necesitaba antes y la necesidad de agudizó con la guerra, explicó Tejeda, pero las actuales señales no permiten pensar que esa demanda se pueda satisfacer en la campaña venidera, ya que -afirmó- “al mundo le cuesta estabilizarse”. En ese escenario, prosiguió, “esperamos que se maximice la búsqueda de proveedores alternativos, lo que profundizará el redireccionamiento de los flujos comerciales”.
Es ahí donde aparece la Argentina, en la que los países compradores posaron sus ojos para que con otros proveedores ayude a suplir la falta de la producción rusa y ucraniana. Según Tejeda Rodríguez, la exportación para la actual campaña de trigo (2021/22) “viene en niveles históricamente alto. En el primer trimestre tuvimos envíos al mercado internacional por encima del promedio de las últimas campañas, porque hay una mayor presión (demanda) del Medio Oriente y del norte de África y hay un redireccionamiento de nuestro comercio hacia esos destinos”.
Tal es así, que la BCBA estimó que las exportaciones podrían llegar al récord histórico de 15 millones de toneladas, pero que “este volumen se encuentra limitado desde la restricción de nuestras políticas. 15 millones de toneladas están por encima del volumen de equilibrio que impuso el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca”, por lo que esta proyección “encuentra un límite en esas restricciones y están afectando significativa la respuesta a la esta realidad mundial para la próxima campaña.
La respuesta argentina
Como dijo Tejeda Rodríguez anteriormente, lo que precisa el mundo en un momento donde dos grandes jugadores del comercio mundial de trigo se retiraron o mermaron de manera considerable su participación es aumentar su producción, pero todo indica que Argentina irá por el camino contrario, con una siembra y cosecha a la baja, por lo que se espera que las exportaciones se reduzcan y los saldos exportables calculados por el Estado restrinjan aún más los despachos al exterior.
“Lo que estamos viendo es que Argentina va a responder a este contexto en la próxima campaña con una menor superficie, producción y exportaciones de trigo. Los factores que están afectando esta respuesta son los límites que impone nuestra propia política y las expectativas del productor de mayor intervención (en el mercado del cereal) por la señales de los últimos tiempos y, por supuesto los desafíos que impone una relación insumo producto menos beneficiosa”, detalló.
Es por eso que el economista lamentó estas limitaciones autoimpuestas: “Estimamos en USD 6.300 millones las exportaciones para trigo y cebada, pero ese número podrÍa ser muy superior en el caso de que el conflicto en el Mar Negro se profundice. Esto podría traer USD 1.300 millones adicionales por mayores precios, pero la respuesta podría ser distinta y tener exportaciones por USD 2.000 millones adicionales en el caso de que Argentina adopte políticas distintas, sin derechos de exportación y restricciones a las exportaciones”.
“Este escenario genera una gran oportunidad para Argentina en el mediano y largo plazo. Hay un renovado interés por la región, que puede ocupar el espacio que deja Rusia y Ucrania, consolidándose como un proveedor confiable de alimentos en tiempos inestables. Para aprovecharla necesitamos una agenda de políticas como evitar restricciones a las exportaciones bajo este escenario. Argentina y la región tiene los atributos necesarios para poder aprovecharlo”, concluyó Tejeda Rodríguez.