Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la Argentina (Ciara), hizo una pesimista evaluación del futuro de la producción local de la industria que representa. “El partido lo perdimos. No hay vuelta atrás. La Argentina es un jubilado de la agricultura y vamos al fracaso total”, dijo el referente, aunque destacó la gestión de Javier Milei. “Nos permitió salir del intervencionismo. No es un problema de este gobierno, insisto”, agregó sobre el mandatario.
En una entrevista al medio Rosario 3, el dirigente dijo que el mundo creció mucho en materia de demanda con nuevos requisitos de calidad “y nosotros nos estancamos”. “No hay una sola inversión global que se piense la Argentina para los próximos cinco años. No solamente eso: hay visiones de desinversión [en el país]”, advirtió.
Para Idígoras, si la Argentina continúa con esta realidad “no va a producir más de 15/20 millones de toneladas de soja por año y Bolivia va a arrasar y pasar por arriba, ya que en los últimos 15 años creció su producción en 400% y Argentina 0″. Su diagnóstico poco alentador siguió, y reflexionó: “Tengo la seria duda de si estamos a tiempo de cambiar. Hoy, el país va a al fracaso total de la industria aceitera y hacia la desaparición de la soja. Vamos a volver a 100 años atrás a ser un país de trigo y maíz”.
El productor aceitero atribuyó esas consecuencias al sistema tributario, a lo que denominó falencias logísticas, “y a las particulares políticas que se tomaron para la agroindustria”. “Si seguimos con los déficits logísticos, como los problemas que tenemos de la hidrovía, la presión de las retenciones, las internas dentro de la cadena de valor y los problemas laborales cotidianos y sindicales, cuando se plantean exigencias salariales como si estuviéramos en Disney, el futuro es negro”, agregó.
Al respecto de las consideraciones del productor, se pronunció el diputado libertario José Luis Espert. “Lamentable que el agro haya generado verdaderos curreros, vulgares empresarios prebendados, traficantes de rentas como los que viven del diferencial de los derechos de exportación. Retenciones iguales para todos: 0% de diferencial y 0% de nivel de retenciones”, escribió en su cuenta de la red social X.
“Veo un proceso muy duro y a esta altura irreversible”
Idígoras describió al presente como “negro”. “Veo un proceso muy duro y, a esta altura, irreversible”, pronosticó. En la visión del productor, “la Argentina se quedó con la historia pensando que el mundo va a seguir consumiendo harina de alta proteína para abastecer a cerdos y pollos en los países del sudeste asiático y Europa”. Y advirtió: “Pero el mundo cambió”. Dijo que las empresas petroleras van a ser los grandes compradores de granos en los próximos 20 años.
Al ser consultado sobre la opinión de ciertos sectores de la dirigencia ruralista que no verían mal que la industria aceitera pierda gravitación, Idígoras acusó: “Lo más grave es que hay entidades que representan a grandes productores que piensan así y se trata de otro error grosero”. “Algunos productores siguen estando desinformados y la mejor garantía de hacer negocio con la soja para ellos es que las aceiteras sigan trabajando y creciendo en la Argentina”, agregó.
Idígoras se explayó y dijo que antes de la pandemia del covid-19 el país “tuvo una enorme oportunidad de liderar la transformación mundial de los combustibles de segunda generación, básicamente aceite de soja hidrogenado”. “Habría que haber hecho proyectos de atracción de esas inversiones, pero no teníamos un régimen de atracción petrolera porque estaba solo mirando Vaca Muerta, la ley de biocombustibles privilegiaba a muy pocas empresas que se autopercibían como pymes, no había mercado de crédito de carbono”, explicó y habló de que Argentina no cuenta con un mercado bioenergético.
“Veo expectativa favorable con el gobierno de Milei porque promueve la competencia genuina y está convencido ideológicamente”, opinó sobre la gestión del Presidente, y reflexionó sobre el sector: “Lo que necesita es recuperar la competencia y por eso hay que eliminar las distorsiones que hay en el mercado interno, desregulemos y facilitemos, tengamos una logística competitiva y una legislación aduanera que no castigue más al complejo oleaginoso, soja, colza, carmelina, para poder así hacer aceite hidrogenado y no el que vendemos el grano a Francia, Canadá y EE. UU. porque se nos va todo el valor agregado industrial. Es la primera vez que vemos un Gobierno adicto a promover la competencia”.