Coronavirus en Argentina: cómo impacta la pandemia en el sector triguero

Por: Gustavo Lopez – Director de Agritrend SA

A prácticamente cuatro meses del inicio de la cosecha de trigo del ciclo 2019/20, con una comercialización muy avanzada con respecto a otros ciclos, por diversos motivos que analizaremos, se generan ciertos interrogantes en cuanto a la normal provisión de materia prima a toda la cadena.

La información oficial del Ministerio de Agricultura da cuenta de una producción total récord de 19.75 mill/ton, más del doble de los producido solo seis años atrás, producto de una superficie sembrada cercana a 6.9 mill/has y excelentes rendimientos unitarios como consecuencia de la incorporación masiva de alta tecnología (fertilizantes, fitosanitarios, etcétera). Este volumen sumado a un stock del año previo de 1.74 mill/ton permite disponer de una oferta también récord de 21.5 mill/ton.

Por el lado de la demanda, muy activa por cierto, esta disponibilidad de mercadería no solo cubre las necesidades internas (consumos directos, semilla, etcétera), sino que genera un saldo a exportar en torno de 12 mill/ton, por lo cual las reservas para el ciclo siguiente se incrementarían a 1.89 mill/ton.

Por lo tanto, siguiendo este razonamiento, no cabe dudas que trigo no falta ni faltará.

Hablábamos de una comercialización muy avanzada, y ello es cierto si se considera que hacia fines de marzo, siguiendo la información oficial, las ventas de los productores superaban 16.8 mill/ton (15.2 mill/ton con “precio hecho”), de las cuales 14.5 mill/ton habían sido adquiridas por el sector exportador y 2.3 mill/ton por el sector molinero. Ya se vendió el 85% de la producción estimada.

Recordemos que hacia fines del año anterior, la posibilidad de un incremento en los derechos de exportación había incentivado a los productores a anticipar sus ventas. El total vendido en los últimos días de diciembre alcanzaban las 14.3 mill/ton cuando en el año anterior a igual fecha solo se habían liquidado 9.9 mill/ton.

Pero sigamos con nuestro el análisis. Las declaraciones de venta de trigo al exterior, es decir los compromisos contraídos por los operadores con los diferentes destinos, se ubican en 12 mill/ton, volumen que no sufrió modificaciones desde fines del año anterior, por lo cual nada hace pensar que las exportaciones sean mayores.

Esta hipótesis se fortalece cuando se examinan las proyecciones de importantes cosechas en los principales oferentes mundiales (Rusia, UE, Estados Unidos, Canadá, etc.) con las cuales deberemos competir.

Este año el trigo fue rápidamente colocado, no solo a nuestro principal mercado, Brasil, sino a un sinnúmero de destinos, muchos de ellos del sudeste asiático (Indonesia, Tailandia, Malasia, Vietnam etc.) provistos por Australia, debido a sus problemas de baja oferta por efectos de una severa sequía que se prolongó en los últimos tres años. Los embarques de trigo argentino a fines de marzo superan 8 mill/ton.

Las compras del sector molinero hacia fines de marzo totalizaban 2.78 mill/ton, cifra prácticamente igual a la registrada en las últimas campañas, y que explica una molienda para el primer cuatrimestre del año triguero de entre 2.2/2.4 mill/ton, por lo cual están bien provistos, e incluso con algún excedente para encarar los compromisos del mes próximo.

Entonces, ¿cuál es el problema del trigo?

El gran tema es quién lo tiene. Si la exportación compró más de lo previsto para embarcar, será ella quien provea de mercadería a lo largo del ciclo al sector molinero, por lo cual es un acuerdo entre sectores de la cadena, para evitar inconvenientes en cuanto a una provisión normal de la materia prima.

Lo que sí es un problema es el momento que estamos viviendo, ante la amplia cuarentena, como consecuencia de las decisiones tomadas por el Gobierno en el marco de la pandemia de Covid-19 que se extiende por todo el mundo.

Ello se traduce en inconvenientes en la logística de distribución a lo largo de la cadena triguera, en especial con ciertas restricciones que se establecen en algunos municipios que impiden un flujo normal de la mercadería.

De allí la importancia de un trabajo mancomunado entre el sector privado y el Estado, a fin de superar estas trabas y permitir continuar con el ritmo de abastecimiento y producción de todos los alimentos.

Fuente: Clarín Rural