Luego de dos campañas con ataques agresivos de la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), el año pasado en zonas productivas del estado brasileño de Mato Grosso lograron una reducción considerable de la población de la plaga.
Chicharrita del maíz en Brasil
“La reducción de la población ocurrida el año pasado es reflejo no sólo de un mejor manejo a nivel integral, sino también es un esfuerzo generalizado en la región; ya no se trata de casos puntuales”, explicó el brasileño Clérison Perini, entomólogo de la empresa de consultoría y capacitación agrícola Proteplan.
“Tenemos que aprender a convivir con la plaga, pero la clave es aprender a gestionarla para mantener un nivel de población bajo que sea controlable”, añadió durante una jornada en formato virtual sobre la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis) organizada esta semana por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) y el Proyecto Plagas CREA.
El artículo de CREA destaca que, si bien la chicharrita del maíz ya estaba presente en Brasil, los ataques severos comenzaron a incrementarse desde 2015 para consolidarse a partir de 2020 a la fecha.
Los factores predisponentes de la expansión de la plaga fueron el crecimiento del área de siembra de maíz tardío, la proliferación de maíz “guacho” impulsada por el uso de híbridos con tolerancia a herbicidas y el menor uso de insecticidas propiciado por la extensión de la siembra de híbridos Bt.
Las regiones productivas más afectadas por la presencia de la plaga son aquellas que realizan más de un cultivo de maíz por campaña, gran parte de las cuales corresponden a zonas con agricultores familiares que producen choclo dulce.
“Es importante considerar que ninguna medida aislada es eficaz, así como también que ninguna acción es 100% eficiente para controlar a la plaga y que no contamos con medidas curativas”, aseveró.
La primera línea de defensa contra la plaga vector de la enfermedad de Spiroplasma es la elección de híbridos tolerantes. “En Brasil los materiales más susceptibles ya fueron retirados del mercado por las propias compañías semilleras”, indicó Perini.
Por supuesto, el uso generalizado de curasemillas resulta esencial, el cual es complementado con aplicaciones de insecticidas (acefato, metomil, profenofós, isocicloseram y buprofezina, entre otros) y productos biológicos a base de hongos, entre los cuales se incluyen Beauveria bassiana, Isaria fumosorosea, Metarhizium brasiliense y Batkoa sp.
“Las aplicaciones químicas realizadas en las primeras horas de la mañana resultaron tener una mayor efectividad que las hechas en el resto del transcurso del día”, recomendó.
Entre las pautas culturales para evitar la propagación del insecto, el investigador mencionó no hacer maíz sobre maíz, evitar la dispersión de granos durante la cosecha y el transporte, sincronizar a nivel regional tanto las fechas de siembra como los tratamientos para evitar que la plaga salte de un campo al otro e instrumentar un monitoreo sistemático semanal de la población del insecto para anticipar ataques severos.
El evento organizado por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) y el Proyecto Plagas CREA contó con la coordinación de Matías Campos (CREA) y la participación de Fabiana Malacarne (ASA) junto con referentes de maíz de las principales semilleras argentinas.