En el marco de una economía frágil y necesitada de conseguir dólares a través de exportaciones, fenómenos climáticos como estar atravesando la tercera Niña consecutiva, con heladas y sequías pronunciadas en gran parte del territorio, bajan notablemente las expectativas en cuanto a la cosecha de trigo y cebada. A diciembre de 2022, las previsiones de rendimiento de ambos cereales serían entre un 35 y un 50% menores que a la siembra. La escasa cosecha de trigo no afectaría el normal abastecimiento interno de harina para elaborar pan y, en principio, esto tampoco tendría mayores impactos en el precio del kilogramo de este alimento.
«El total de las exportaciones de la Argentina en el año 2021 fue de casi 78.000 millones de dólares, de los cuales el 70% correspondieron al complejo agropecuario, que aportó 54.575 millones de dólares. En otras palabras, 7 de cada 10 dólares que la Argentina exporta provienen del sector agropecuario, lo que demuestra la relevancia del sector», afirmó Daniel Miralles, docente de Cerealicultura en la FAUBA.
Según Miralles, quien también es investigador del CONICET, los cereales invernales aportan aproximadamente el 6% del total de las exportaciones de nuestro país. El trigo contribuye con un 4.5%, mientras que la cebada participa con un 1.2%. En total, los dos cultivos generan un ingreso anual de casi 4.500 millones de dólares.
«Este año se sembraron más de 7 millones de hectáreas, considerando ambos cereales con una expectativa de producción de casi 25 millones de toneladas al momento de la cosecha, lo cual debería representar un ingreso por exportaciones de alrededor de los mencionados 4.500 millones de dólares. Sin embargo, en la presente campaña 2022 las cosas van a ser diferentes, con rendimientos muy por debajo de los esperados», dijo el docente.
Y continuó su explicación: «Si bien en la mayoría de las regiones los cereales invernales arrancaron con una muy buena recarga de agua en los perfiles del suelo -recordemos que el agua a la siembra determina casi el 50% del éxito del cultivo-, la escasez continua de precipitaciones que ocurrió a lo largo del ciclo de los cultivos determinó rendimientos bastante inferiores a los previstos.
Además, Miralles resaltó que a la escasez de las lluvias se deben sumar los daños por heladas en los períodos más críticos y sensibles para el cultivo: espigazón y floración. «Producto de la falta de lluvias y las heladas, las regiones más avanzadas en las que se ha comenzado a cosechar trigo muestran una reducción de entre el 35 y el 50% del rendimiento esperado». El investigador agregó que en el caso de cebada cervecera, cuya región más importante se concentra en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, se esperan reducciones de rendimiento entre el 20 y el 30% respecto de lo esperado.
«En este sentido, los números muestran que ocurrirán pérdidas de casi 2.000 millones de dólares en las exportaciones de estos cereales. Claramente, esto representa un aspecto negativo para un país como el nuestro, que debe imperiosamente generar la mayor cantidad de dólares posible por la vía de las exportaciones», sostuvo Miralles.
El precio del pan
«La pregunta que surge, entonces, es: ¿Aumentará el precio de los insumos debido a la pobre cosecha de trigo? A pesar de los magros rendimientos -producto de una producción esperada de entre 12-13 millones de toneladas de trigo para esta campaña- el mercado interno, que consume aproximadamente 6 millones de toneladas, estará abastecido», aseguró Miralles.
Por último, el investigador hizo hincapié en que la materia prima principal para la elaboración del pan, la harina, solo representa entre el 7 y el 10% de los costos de elaboración. «Por este motivo, es fundamental desmitificar este relato en el que se asocia el precio del pan al valor del precio internacional del trigo o de la harina. En una economía frágil e inestable, los reales motivos del aumento del precio del kilo de pan deben buscarse en otro lado».