La mejora climática en el centro norte santafesino, a partir de las lluvias del sábado 21 de enero, sirvió para jugar las últimas cartas en una campaña muy sufrida para los agricultores de la región. Pudieron reanudarse las siembras de soja de segunda, que continúa a todo ritmo, así como la de maíces tardíos -fuera de fecha-, principalmente en las zonas tamberas. En cambio, a los cultivos tempranos el aporte de humedad le llegó demasiado tarde y los daños son irreversibles.
Así lo plantea en su reporte semanal el Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA), que difunde la Bolsa de Comercio de Santa Fe. Indica, además, que se trillan de los últimos lotes de girasol en el norte, así como la afectación de zonas algodoneras con trips, que le aportaron una complicación extra a la campaña.
Todas las fichas
«Se observó el impacto muy heterogéneo y un presente muy complicado, pero con cierto margen de reacción en algunos lotes aislados como consecuencia de las precipitaciones acaecidas», indicó el SEA sobre los cultivos de soja y maíz tempranos en los doce departamentos monitoreados (San Martín, San Jerónimo, La Capital, Las Colonias, Castellanos, San Cristóbal, San Justo, Garay, San Javier, General Oblitado, Vera y 9 de Julio).
Los montos pluviométricos oscilaron desde mínimos de 10 a 12 mm y máximos entre 35 a 75/80. «Las lluvias se presentaron en toda el área, pero con la característica de su irregular y heterogénea distribución geográfica».
Estas precipitaciones «provocaron la reacción del sector agrícola» y «se observó un intenso movimiento de equipos o sembradoras», por lo que se reanudó así el proceso de siembra, en particular soja tardía y maíz tardío, aunque cerró el período de las fechas o ventanas óptimas para su implantación. «También hubo productores que todavía no resolvieron llevar o no, a cabo dicha tarea», advierte el informe.
En cuanto a los maíces tardíos, «se implantó una importante superficie, particularmente en las áreas de influencia de las cuencas lecheras». Mientras que la soja de segunda «avanzó en la siembra en casi la totalidad de los departamentos del área de estudio», logrando un 82 % de lo estimado, lo que representó aproximadamente unas 475.600 ha.
A pastorear
En cuanto al maíz temprano, el SEA aclaró que el potencial genético de los cultivares «estuvo muy condicionado por el importante déficit hídrico padecido y en la campaña 2022/2023 no se desplegó en su totalidad, por lo que surgieron muchos interrogantes, algunas enseñanzas y nuevas experiencias que deberían capitalizarse».
«Con el paso de los días y lo avanzado de las etapas fenológicas de los cultivos, las precipitaciones tardías no posibilitaron la reacción», confirma el reporte.
Tal como venía ocurriendo, en los distintos distritos se observó el movimiento de máquinas y equipos picando/embolsando el cereal. Incluso algunos productores, dado los elevados costos y la baja calidad del material, continuaron confeccionando rollos de las plantas enteras, que luego comercializarán con ganaderos; mientras otros, «optaron por el pastoreo directo de los maizales».
En el norte
Los algodones, al igual que el resto de los cultivos, sufrieron las consecuencias de la falta de precipitaciones y las elevadas temperaturas, lo que se tradujo en menor desarrollo, irregular crecimiento de las plantas y retraso en su ciclo vegetativo.
Además, por las condiciones ambientales se detectó la presencia de trips, que complicó más aún el panorama. Se realizaron varias aplicaciones que incrementaron los costos, lo mismo sucedió con el control de las malezas, las que avanzaron ante la falta de aplicaciones oportunas.
En tanto, en el norte provincial, tras las lluvias se reactivó la trilla de girasol, que «ingresó así, en los últimos días de la etapa de recolección en los departamentos del norte santafesino».
Los rendimientos promedios sin variaciones de importancia, continuaron siendo irregulares y en gran parte bajos, por las características ambientales de estrés hídrico y térmico que atravesaron el ciclo. Los mismos oscilaron entre mínimos de 4 – 6 a 8 qq/ha y máximos de 18 a 20 qq/ha. Los primeros se obtuvieron en los cultivares de ciclo corto, que fueron muy impactados por el clima que acompañó su etapa vegetativa.
Los girasoles mostraron menor desarrollo en las estructuras de las plantas y en el tamaño de los capítulos, lo que afectó directamente el componente rendimiento.
En toda el área de estudio se observó la presencia de aves principalmente palomas y cotorras, que los dañaron aún más.