La campaña de granos 2022/23 enfrenta una serie de desafíos que pondrán a prueba a los productores. A los factores climáticos y la suba en los costos, se suma la escasez de divisas, fundamentales para importar insumos claves, como fertilizantes.
“Argentina se encuentra ante una escasez de divisas que llevó al Banco Central (BCRA) a fijar en marzo cupos al acceso al mercado de cambios para importaciones”, señalaron desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).
Según el trabajo elaborado por la bolsa, el cupo impuesto por la autoridad monetaria para la importación de fertilizantes será de US$ 1.889 millones. Esta cifra se encuentra por debajo del valor de las compras previstas para 2022, proyectadas en U$S 4.398 millones.
“De ser operativo el tope, se alcanzaría en el mes de agosto, quedando un 57% de las necesidades de importación sin cumplir hacia fin de año”, advirtieron
POSIBLES ESCENARIOS
En una las proyecciones elaboradas por la bolsa porteña, estimaron una caída de tres millones de hectáreas en el área sembrada de maíz para este año, que pasarían a soja. La base de este planteo es que la oleaginosa tiene un menor requerimiento de nutrientes, en comparación con el cereal.
“Aún en este escenario extremo se requerirían importaciones de fertilizantes por U$S 3.742 millones, 656 millones menos que en el escenario base, superando el tope del BCRA en un 98%”, calcularon.
Además de los efectos negativos a nivel productivo -por caída en la reposición de nutrientes, este menor uso de tecnología tendrá un impacto directo en el ingreso de divisas por parte del complejo agroexportador. Según la BCBA, la economía argentina perdería U$S 1.350 millones.
En 2021, el sector privado relevó un consumo de fertilizantes de 5,3 millones de toneladas. A partir de estas limitaciones al acceso de divisas, es posible que el año finalice por debajo de esos números.