Soja verde y dañada: la campaña que no fue

Juan Manuel Fernández | jmfernandez@ellitoral.com

A medida que avanzan las trilladoras, la campaña de soja va desilusionando a muchos productores que aspiraban a recuperar el quebranto del ciclo previo. Con El Niño activo, las buenas lluvias invitaban a estimar rindes destacados. Sin embargo la ola de calor de fines de enero y principios de febrero pegó muy duro en los lotes del centro norte santafesino, por lo que hoy muchos de esos granos se están cosechando verdes. Esto, y dañados por las recurrencia de lluvias, es lo que están observando en el Laboratorio de la Cámara Arbitral de Cereales de la Bolsa de Comercio de Santa Fe.

El gerente, Mauricio Katz, explicó: «es un año que hay muchas sojas que están viniendo al laboratorio con defectos, con grano verde y con dañado; cosa que por ahí no pasa en un año normal».

En cuanto a grano verde, indicó que en las muestras «estamos viendo de todo», desde mercadería buena, por debajo de la de la tolerancia de recibo del 5%; hasta partidas «con porcentajes muy altos, arriba de 50, 60 o 70 % de grano verde».

Lo mismo pasa con el dañado. «Por ahí con un poco menos de prevalencia, pero hay mercadería dañada», indicó. «Sobre todo las que vienen agarrando las últimas lluvias bravas y no dejan cosechar en algunas regiones. Soja del Chaco, por ejemplo, pero también estamos recibiendo de cooperativas cercanas y del centro sur santafesino con bastantes problemas de calidad».

Katz explicó que es difícil saber qué proporción de la cosecha sale con problemas de calidad, porque generalmente al laboratorio llegan sólo las muestras que tienen problemas. «La soja buena no pasa por el laboratorio, entonces es difícil darte una idea de la prevalencia de la mercadería con daño», aclaró.

Sobre los factores agronómicos que complicaron la calidad de la cosecha, pero también la cantidad, el asesor Claudio Bosco puso el foco en el estrés térmico que soportaron los cultivos en el verano, en medio de una pausa en las lluvias.

«Pasaron cosas en la campaña; sobre todo esos 15 días de fuerte estrés térmico en los que la planta terminó desequilibrándose fisiológicamente», sostuvo. Y recurrió a una explicación más pedagógica que técnica: «eran plantas con un motor para producir 5000 kilos de soja y les faltaban granos para llenar; entonces ese motor, toda esa potencia, es lo que vemos hoy en las plantas verdes; plantas que no se mueren porque no tuvimos suficiente cantidad de granos para chupar toda esa energía que había dentro de las plantas».

A esto, dijo, se sumaron muchos granos que quedaron mal formados, mal llenados o a medio llenar. «Son los granos que hoy estamos viendo podridos en el campo. Entonces rinde mucho, pero podrían haber rendido muchísimo más».

Bosco remarcó que la cosecha está resultando «muy lejos de la expectativa que teníamos». Aunque los rindes no son malos, «es un consuelo de zonzo». Porque una soja dañada, explicó, que se ve fea pero rinde 40 quintales «es una soja que hace 30 días rendía 50». Y repitió: «de no haber venido esos 15 días de estrés térmico, en esta campaña se iban a escuchar lotes de 60 quintales, pero a patadas».

En su zona, Gálvez y alrededores, comentó que «se escucharon» muchos lotes de 50, con dañado, del mismo modo que los hubo de 30. «La verdad que era la campaña que soñamos y no terminó llegando; se nos escapó por muy poquito. Era la campaña que necesitábamos para romper el quebranto del año pasado», lamentó.

Para que se comprenda mejor el planteo, hizo la cuenta: el año pasado se cosecharon 15 quintales a causa del calor, más 40 de este año son 55; dividido 2 son 27 quintales en cada ciclo para la ecuación económica de la empresa agrícola. «No te recuperas pero por lo menos seguís flotando con la nariz afuera del agua; no abras la boca porque te entra agua, pero ya la nariz te deja respirar», describió.